martes, 22 de junio de 2010

de bariloche, de ramble tamble

Me llega una interpretación del periodista Tato Contissa , sobre las condiciones estructurales que explican la explosiva situación social que se observa hoy en Bariloche , que quiero compartir:


A nadie se le ocurriría pensar que la situación que describe el film Missisipi Burning / Missisipi en Llamas, fuese un caso de “inseguridad”, según los manuales mediáticos de la distorsión y el reduccionismo de este principio de siglo. Claro, en 1961, cuando ocurren los episodios de violencia en el sur estadounidense, y en 1989, cuando se estrena el film, el grupo Clarín tenía muy poca incidencia sobre los episodios.
Distinto es hoy en Bariloche, Río Negro, Argentina, cuando un caso final de escisión social provocado por un diseño económico de exclusión implantado en la dictadura, alimentado por la desidia política de 27 años de gobiernos radicales de los cuales diez fueron los arrasadores años del menemismo, tiene en la ciudad la voz siniestra del grupo Clarín en el único canal de aire y todo el sistema mediático cautivo de la economía publicitaria del modelo. Más los infelices, los ventajeros, y los fascistoides que hay en cualquier sociedad que supere los cien mil habitantes.

La práctica es la de siempre, jibarismo informativo: técnica de reducción de hechos a los moldes estereotipados que sirven para la consagración de los prejuicios sociales y raciales, criminalización de la pobreza, apelación al miedo, incitación a la violencia desde una hipócrita condena a la violencia. Nada nuevo.

Pero: algo nuevo.

Creo que esta semana, mañana a más tardar, el caso Bariloche se va a convertir en una blumerización rediviva de la amenaza de la inseguridad como consecuencia del “gobierno de mierda que tenemos a nivel nacional”.

Todos saben que el grupo está desesperado por razones que bien valen una desesperación: potencial: prisión para la señora de Noble, avance sobre el caso Papel Prensa, Ley de Medios descongelada por la Corte, más los riesgos mundialistas de que la alegría no sea sólo brasilera. De manera que un caso como el caso Bariloche acomoda la piedra en el zapato de la sensibilidad nacional.

Nieva en la ciudad de los Césares como sofocaba el calor en Missisipi, pero el incordio meteorológico no puede encubrir los verdaderos dolores. La dictadura coincide en 1976 con dos proyectos económicos montados sobre el turismo artesanal de la ciudad andina. El Cerro (Catedral) y el Lago (Nahuel Huapi) son los socavones sobre los que se montará la Industria.

Parecía prometedor el “modelo de negocios”, frase noventista que sintetiza perfectamente lo que el General Suárez Mason armara con mascarones y testaferros en poco menos de tres años. Un modelo así demandaba blanquear la imagen de la ciudad. Cosa similar operaron los genocidas en las villas de la Capital Federal, como bien nos lo cuenta Eduardo Blaustein en “Prohibido vivir aquí”, operativo que significó la expulsión de 200 mil personas hacia el otro lado de la General Paz. De manera que está claro que el “mettier” tenía manuales.

En Bariloche el confinamiento fue hacia el “Alto”, si bien hoy se lo ve, cerca del centro de la ciudad y fuera de los circuitos visitados por el turista. ¿Por qué fuera? Porque la vista de los aindiados desmejoraba “el producto”. ¿Por qué no lejos? Porque alguien tenía que poner las mesas, lavar los platos y hacer las camas, sacar la basura, limpiar los pisos….es decir, hacer el trabajo del servicio turístico. Hasta entonces las empresas familiares alcanzaban, pero con el “boom” industrial la proletarización era imprescindible.

El quiebre coincide con una segunda ola migratoria desde los principales centros urbanos del país hacia la capital de Los Lagos. Entre 1976 y 1980 la población se duplica, y el crecimiento se hace sostenido hasta una meseta de 100 mil habitantes que puede establecerse intercensalmente entre 1985 y 1995. Bariloche se “babeliza”, un mix cultural que contiene desde pueblo originarios hasta progresismo jipón, nazismo de probeta con liberalismo conservador decimonónico hacen a un amplísimo espectro de rudimentos ideológicos. Quiero decir con esto que es y ha sido casi siempre, muy difícil hacerse entender en Bariloche.

El sentimiento de pertenencia también es extraño, pero no por ello menos argentino. Con decirles que, al par de la Fiesta de la Nieve que es siempre pretendidamente “ for export”, la otra fiesta popular importante es la de las colectividades Europeo- Argentinas, una fiesta en la que todos se reúnen para decir que vienen de otro lado, que no son de aquí.

Una sociedad así, tan a escala de la sociedad argentina, necesita fuertes redes políticas de contención, altos niveles de organización, y un modelo económico que integre, incluya y potencie materialmente lo colectivo. Adicionalmente la ciudad tiene, culturalmente, menos peronismo que la Recoleta.

Conservando el “modelo de negocios de la dictadura”, con el que la actividad económico dinámica que es el turismo sólo participa del 17 por ciento del PBI, Bariloche hace veinte años que está destinada al incendio. Pero mañana Clarín, con sus voceros locales, dirá que este es un típico caso de inseguridad, consecuencia de la permisividad de un Gobierno Nacional garantista que tiene en el pobrerío la tropa criminal disponible para su eternización en el poder.

Como contrapartida le ofrecerán a la sociedad argentina las pócimas curativas de los Morales, Bulrrich, Cobos, Carrió, es decir los funcionarios funcionales de una política que abrió la puerta del infierno que generaron los otros, la secuela menemista de Duhalde, Sola, De Narváez, Macri y aínda mais. En la provincia y en Bariloche son otros los nombres, pero el Clarín sonará igual

Sabbatella: “La policía de Río Negro debe ser intervenida cuanto antes”

“La policía de Río Negro es responsable de una represión gravísima, injustificable y con niveles de agresividad pocas veces vistos en Democracia”, opinó hoy el diputado nacional Martín Sabbatella, quien consideró que el Gobierno provincial “debe intervenir en forma urgente esa fuerza para terminar con las muertes y la violencia desencadenadas con el asesinato de Diego Bonefoi”. El adolescente de 15 años murió en la madrugada del jueves en Bariloche en circunstancias que aún no fueron esclarecidas, tras recibir un balazo en la cabeza disparado por un policía, episodio que desató una ola de protestas populares en esa ciudad y la muerte de otros dos jóvenes –Nicolás Carrasco (16) y Santiago Cárdenas (29)-, además de numerosos heridos y detenidos.

“Es necesario que se detenga totalmente la represión policial y se identifique a los responsables de los asesinatos, para darle una solución a la grave situación social que se desencadenó en Bariloche”, señaló el presidente del bloque del Nuevo Encuentro y agregó: “Quien tiene la responsabilidad institucional de detener lo que está pasando es la máxima autoridad civil en la provincia, el ministro de Gobierno y el gobernador de Río Negro”.

“Hay denuncias muy graves sobre el accionar de la Brigada de Operaciones, Rescate y Antitumulto (BORA) de la policía provincial, que vienen siendo ignoradas por las autoridades políticas. Ahora nos encontramos ante tragedias irreversibles como son la muerte de estas tres personas”, consideró el diputado Sabbatella y concluyó: “No podemos dejar ningún margen para que estos crímenes queden impunes. La única forma de ponerle fin a la violencia es terminar con la represión y esclarecer los asesinatos para que prime la Justicia”.

sábado, 12 de junio de 2010

Martín Sabbatella y el Bicentenario

Martín Sabbatella Diputado Nacional, presidente del bloque Nuevo Encuentro.
Argentina atraviesa un momento especial de su historia. La conmemoración de los 200 años de la Revolución de Mayo ha hecho que volvamos la mirada sobre lo que fuimos y lo que somos como sociedad y como Nación. En estas jornadas, no sólo festejamos lo ocurrido dos siglos atrás, sino que recorrimos el trayecto desde entonces hasta nuestros días, como una forma de abordar el hoy y de proyectar lo que deseamos y lo que podemos ser. Este Bicentenario encuentra a la Argentina transitando una avenida de cambios importantes, una avenida distinta a la de las últimas décadas del siglo pasado.

Nosotros, militantes de una fuerza política como el Encuentro, abordamos este momento histórico decididos a ser protagonistas. No nos contentamos con ser espectadores de la historia. El mejor homenaje que podemos hacer a aquellos revolucionarios es aportar nuestro compromiso a la construcción de la Patria Grande que soñaron, ser obreros de esa obra y no visitantes esporádicos y protocolares de vivencias rebeldes cuyos cometidos, en muchos casos, aún están pendientes.

A eso debe nuestro esfuerzo por construir un partido lleno de debate y de militancia como es el Encuentro por la Democracia y la Equidad, que confluye con otras fuerzas progresistas y populares en el Nuevo Encuentro.

LAS TRADICIONES Y EL PRESENTE. Una fuerza política se define a través de muchas cosas. Explica, por ejemplo, hacia dónde quiere ir y cuál es la sociedad que sueña, según cómo se reconoce en la historia, con qué hitos y protagonistas se identifica y de cuáles se distancia.

Nuestro partido edifica su identidad en las luchas emancipatorias americanas y nacionales, en los movimientos populares, en los pueblos originarios, en los revolucionarios independentistas de las primeras décadas del siglo XIX.

Nos reconocemos en la chusma radical, en las vertientes de izquierda y progresistas, en los descamisados peronistas, en la resistencia a las proscripciones y las dictaduras, en el Cordobazo, en los militantes populares de la lucha contra la desigualdad, la impunidad y la injusticia, contra el neoliberalismo y la corrupción, contra la degradación política y la exclusión económica.

Nos reconocemos en la emoción de las victorias, pero también en las heridas de las derrotas de los movimientos populares. Es desde esas alegrías, desde esos fracasos, desde esos encuentros y desde el dolor de lo que aún no hemos conseguido, desde donde avanzamos hacia esa sociedad que soñamos.

Una fuerza política define sus rasgos de identidad constitutivos dialogando con la historia, nutriéndose de lo mejor de ella y también relatando el futuro que propone construir. Pero, sobre todo, una fuerza política se define según cómo actúa en el presente, cómo se involucra en los debates y conflictos del tiempo y la geografía que le tocaron vivir. En ese sentido, el Encuentro es protagonista en los debates y conflictos que vive el país.

No se mantiene neutral ni equidistante en las tensiones del presente. Tomamos posición y nos definimos, con autonomía, sobre la agenda pública: apoyamos aquello que siempre defendimos y soñamos, cuestionamos lo que está mal y proponemos lo que aún está pendiente.

AIRES DE CAMBIO. La Argentina se encuentra inserta en un proceso regional de cambios importantísimos. Gobiernos como el de Lula da Silva en Brasil, Pepe Mujica en Uruguay, Rafael Correa en Ecuador, Hugo Chávez en Venezuela, Fernando Lugo en Paraguay, o Evo Morales en Bolivia, entre otros, dan cuenta de una etapa de profundas transformaciones en la región, con un protagonismo impresionante de las mayorías populares; en claro contraste con las políticas neoliberales y de pensamiento único que asolaron América Latina en las décadas pasadas.

Ningún proceso histórico, político, social, económico, es lineal y perfecto.
Todos los mencionados son complejos, contradictorios, llenos de matices. La Argentina también atraviesa un proceso que, con contradicciones, con claroscuros, con marchas y contramarchas, avanza en una dirección interesante, abriéndose paso en debates y con políticas positivas, opuestas a las que vivimos en los ’90 y que despiertan una dura resistencia conservadora, de parte de los mismos que habían consagrado sus privilegios desde la dictadura.

Creemos que la Argentina empezó a transitar por una avenida distinta a la anterior, una avenida que permitió que vuelva la política con fuerza, que se corrieran las fronteras de lo posible, que se pusieran en escena debates que los ’90 habían querido clausurar, que revalorizó el rol del Estado, la perspectiva de Derechos Humanos, la distribución de la riqueza, la integración regional, entre otros. A pesar de las cosas que no compartimos y aún con lo mucho que queda por hacer, no desconocemos los pasos positivos dados, porque desconocerlos o rechazarlos sería ir contra nuestra propia historia, contra muchas banderas que fueron y son las de nuestro espacio político.

En síntesis, con autonomía pero sin neutralidad ni equidistancia, queremos ir por más, no por menos. Queremos defender lo construido sin aceptar el techo, porque el futuro que deseamos está más allá de este techo, pero incluye y necesita el piso de lo que se construyó en estos años.

Existe, además, una derecha desenfrenada, que lo que quiere es cambiar de avenida, volver a la avenida del neoliberalismo, salir de la integración regional para retornar a las relaciones carnales, salir de la discusión del valor del Estado como garante de derechos para volver a endiosar al Mercado, salir de la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia para recuperar la impunidad.

Tenemos mucho para discutir y hacer: esencialmente, profundizar las políticas distributivas en la lucha contra la desigualdad y construir una nueva cultura política que mejore la calidad de nuestra Democracia. Pero no queremos cambiar de avenida, porque lo que soñamos se alcanza desde esta avenida de pensamiento: cambiando lo que hay cambiar, profundizando lo que hay que profundizar, sumando lo que hay que sumar y desprendiéndonos de aquello que lesiona el rumbo e impide ir por más. Asumimos el presente con la complejidad que tiene, con sus contradicciones, y buscamos, desde nuestra propia fuerza política, intervenir para transformarlo a favor de los millones que deseamos y merecemos vivir en un país más justo.

Insistimos: no nos resignamos a los límites del presente, no nos rendimos ante quienes dicen que este es el máximo al que se puede aspirar. Y, asimismo, tenemos claro que del otro lado hay una oposición que quiere retroceder y volver a las recetas que ya sufrimos.
Por eso el Nuevo Encuentro. Porque es necesario construir un proyecto colectivo que vuelva a enamorar, que defienda, por convicción y no por conveniencia, el rumbo de transformaciones iniciado, que pelee por lo que falta y continúe edificando la Patria Grande que soñaron muchos y muchas en toda nuestra historia.

El papel de la centroizquierda

El presidente de nuestro bloque, Martín Sabbatella, suele decir que al gobierno nacional no se lo puede ni rechazar ni aceptar en paquete, que contiene en sí mismo el antídoto y el veneno. Es una buena definición.Vilma Ibarra Diputada Nacional por Nuevo Encuentro, entrevistada por Tiempo Argentino.

Nuevo Encuentro tiene una máxima que define su accionar cada vez que se dispone a dar una batalla parlamentaria: “condicionar con una agenda de izquierda al gobierno nacional y frenar a la derecha conservadora, que quiere retroceder en los derechos conquistados para instalar un nuevo neoliberalismo”. Allí, exactamente en ese punto, reside nuestra identidad como espacio parlamentario autónomo.
Por la actual conformación de los bloques, la Cámara de Diputados no puede consolidar fácilmente una mayoría.
En realidad, la llamada “oposición” es un conglomerado de partidos, individualidades y proyectos de distinta envergadura y ambiciones, que se nutren en diversas fuentes ideológicas, pero que pueden consolidarse en grupo “A” a la hora de construir una férrea oposición para una medida impulsada por el gobierno nacional. Todavía no ha demostrado, este grupo heterogéneo, similar capacidad de consenso para consolidar decisiones efectivas. Los verbos “rechazar” y “anular” han sido más escuchados en esta oposición que las propuestas largamente prometidas en la campaña electoral.
El oficialismo, por su parte, se ha entregado a la tarea de frenar, de cualquier modo, los intentos de esta oposición por obstaculizar la gestión de gobierno. En vez de generar acuerdos con base en una agenda de temas convocantes y necesarios, gasta sus esfuerzos en salvar un DNU para pagar servicios de la deuda con reservas, sin advertir que el camino de la ley hubiera tenido menos espinas. Luego entrega sus energías para frenar la ley de cheque; amenaza con el veto ante la ley que modifica el uso de DNU y espera paciente para ensayar otro posible veto si la oposición consigue, finalmente, un acuerdo respecto del Consejo de la Magistratura. En suma, el oficialismo, a la defensiva en el ámbito parlamentario, sólo respiró aire puro cuando pudo demostrar una voluntad política sólida y un bloque mayoritariamente unido sosteniendo uno de los debates más importantes en materia de igualdad de los últimos tiempos, como fue la eliminación de la discriminación para los homosexuales respecto de la ley de matrimonio, para que puedan casarse. Fue una iniciativa de nuestrobloque y de la diputada socialista Silvia Ausburger, al principio resistida por el Frente para la Victoria, pero que luego, asumida como tema principal de agenda por el gobierno, demostró que su decisión todavía sigue siendo esencial a la hora de los resultados políticos concretos.
Nuevo Encuentro bregó para conformar un bloque de centroizquierda, popular y progresista, lo más ampl io posible, que pudiera ser la bisagra de este proceso. La centroizquierda unida podría haberse constituido en el fiel de la balanza.
La actual división del espacio de centroizquierda en la Cámara de Diputados se vincula más a una mirada sobre el presente que a la perspectiva de un proyecto a futuro.
Una parte de la centroizquierda ha decidido construir en base al antikirchnerismo duro, convencidos de que nada que haya hecho o haga este gobierno es digno de ser defendido como una conquista.
El presidente de nuestro bloque, Martín Sabbatella, suele decir que al gobierno nacional no se lo puede ni rechazar ni aceptar en paquete, que contiene en sí mismo el antídoto y el veneno. Y creo que es una buena definición.
Precisamente, esa mirada es la que nos posiciona en un lugar autónomo, crítico de muchas cosas que hace o deja de hacer la gestión nacional, pero que valora conquistas obtenidas que queremos defender y no estamos dispuestos a que los sectores más conservadores las tiren por la borda. Nos referimos a la estatización de las AFJP, a la Ley de Medios Audiovisuales, al establecimiento de la política de Derechos Humanos como política de Estado, a la implementación de la asignación universal por hijo, o a la política de integración regional, entre otras. Para nosotros, para el Bloque Nuevo Encuentro, estos son logros incuestionables.
Somos autónomos, pero no somos neutrales ni equidistantes precisamente porque valoramos estas cosas. Siempre rechazamos las políticas de manipulación del Indec, o la vergüenza de Jaime y sus aviones. Rechazamos con dureza la llamada reforma política, creemos que hay que regular con menos discrecionalidad el uso de los DNU y nos parece que este gobierno no enfrenta con decisión el tema de la corrupción estructural de nuestro país.
Nada de eso nos hace perder de vista que hay conquistas muy importantes que se han logrado en estos años y que es necesario defender, porque otros quieren eliminarlas.
En nuestro trabajo parlamentario asumimos la iniciativa para incorporar a la agenda parlamentaria temas prioritarios en la Argentina de hoy: la necesidad de establecer por ley el derecho a la asignación universal por hijo; la discusión de la Ley de Entidades Financieras para remplazar el modelo que impuso la dictadura por uno vinculado a la producción y a las necesidades de los ciudadanos; pensamos en la obtención real y legal de la libertad sindical, en la ampliación de los derechos civiles, proponemos una batería de proyectos vinculados a la ética pública y la lucha contra la corrupción, buscando sancionar las leyes de acceso a la información, el fideicomiso ciego y la conformación de la demorada Comisión Nacional de Ética Pública, e impulsamos la discusión sobre la legalización del aborto como gravísimo problema de salud pública en la Argentina, por el que mueren decenas de mujeres, la mayoría de ellas adolescentes y pobres.
Hablamos de profundizar las políticas de redistribución de la riqueza, y para nosotros redistribuir significa volver a discutir dónde se recauda el dinero y dónde se gasta, para que el saldo final sea de verdad más justo y equitativo que el actual. Desde este lugar explicamos la necesidad de realizar una reforma tributaria y de eliminar las exenciones al impuesto a las ganancias para gravar, entre otros hechos imponibles, la renta financiera.
Desde este lugar también pensamos la rediscusión de la renta petrolera y de la renta minera. Y desde este lugar proponemos una discusión acerca de la seguridad de los ciudadanos en un Estado democrático, con herramientas democráticas y capacidad de contar con fuerzas de seguridad, también democráticas y eficaces.
Los desafíos de la centroizquierda, tanto en la construcción política como en el debate parlamentario, son importantes, necesarios e ineludibles.
Sólo si consolidamos una fuerza con vocación de mayorías y de gobierno, autónoma, participativa, plural y moderna, tendremos la herramienta necesaria para transformar el país en un sentido de igualdad y dignidad. Y cada día, en nuestra lucha parlamentaria, no tenemos que perder de vista qué conquistas hay que defender, qué camino resta aún recorrer y quiénes son los que quieren retroceder para garantizar, otra vez, un país sesgado, desigual, y para pocos.

Somos muchos más que dos