El presidente de nuestro bloque, Martín Sabbatella, suele decir que al gobierno nacional no se lo puede ni rechazar ni aceptar en paquete, que contiene en sí mismo el antídoto y el veneno. Es una buena definición.Vilma Ibarra Diputada Nacional por Nuevo Encuentro, entrevistada por Tiempo Argentino.
Nuevo Encuentro tiene una máxima que define su accionar cada vez que se dispone a dar una batalla parlamentaria: “condicionar con una agenda de izquierda al gobierno nacional y frenar a la derecha conservadora, que quiere retroceder en los derechos conquistados para instalar un nuevo neoliberalismo”. Allí, exactamente en ese punto, reside nuestra identidad como espacio parlamentario autónomo.
Por la actual conformación de los bloques, la Cámara de Diputados no puede consolidar fácilmente una mayoría.
En realidad, la llamada “oposición” es un conglomerado de partidos, individualidades y proyectos de distinta envergadura y ambiciones, que se nutren en diversas fuentes ideológicas, pero que pueden consolidarse en grupo “A” a la hora de construir una férrea oposición para una medida impulsada por el gobierno nacional. Todavía no ha demostrado, este grupo heterogéneo, similar capacidad de consenso para consolidar decisiones efectivas. Los verbos “rechazar” y “anular” han sido más escuchados en esta oposición que las propuestas largamente prometidas en la campaña electoral.
El oficialismo, por su parte, se ha entregado a la tarea de frenar, de cualquier modo, los intentos de esta oposición por obstaculizar la gestión de gobierno. En vez de generar acuerdos con base en una agenda de temas convocantes y necesarios, gasta sus esfuerzos en salvar un DNU para pagar servicios de la deuda con reservas, sin advertir que el camino de la ley hubiera tenido menos espinas. Luego entrega sus energías para frenar la ley de cheque; amenaza con el veto ante la ley que modifica el uso de DNU y espera paciente para ensayar otro posible veto si la oposición consigue, finalmente, un acuerdo respecto del Consejo de la Magistratura. En suma, el oficialismo, a la defensiva en el ámbito parlamentario, sólo respiró aire puro cuando pudo demostrar una voluntad política sólida y un bloque mayoritariamente unido sosteniendo uno de los debates más importantes en materia de igualdad de los últimos tiempos, como fue la eliminación de la discriminación para los homosexuales respecto de la ley de matrimonio, para que puedan casarse. Fue una iniciativa de nuestrobloque y de la diputada socialista Silvia Ausburger, al principio resistida por el Frente para la Victoria, pero que luego, asumida como tema principal de agenda por el gobierno, demostró que su decisión todavía sigue siendo esencial a la hora de los resultados políticos concretos.
Nuevo Encuentro bregó para conformar un bloque de centroizquierda, popular y progresista, lo más ampl io posible, que pudiera ser la bisagra de este proceso. La centroizquierda unida podría haberse constituido en el fiel de la balanza.
La actual división del espacio de centroizquierda en la Cámara de Diputados se vincula más a una mirada sobre el presente que a la perspectiva de un proyecto a futuro.
Una parte de la centroizquierda ha decidido construir en base al antikirchnerismo duro, convencidos de que nada que haya hecho o haga este gobierno es digno de ser defendido como una conquista.
El presidente de nuestro bloque, Martín Sabbatella, suele decir que al gobierno nacional no se lo puede ni rechazar ni aceptar en paquete, que contiene en sí mismo el antídoto y el veneno. Y creo que es una buena definición.
Precisamente, esa mirada es la que nos posiciona en un lugar autónomo, crítico de muchas cosas que hace o deja de hacer la gestión nacional, pero que valora conquistas obtenidas que queremos defender y no estamos dispuestos a que los sectores más conservadores las tiren por la borda. Nos referimos a la estatización de las AFJP, a la Ley de Medios Audiovisuales, al establecimiento de la política de Derechos Humanos como política de Estado, a la implementación de la asignación universal por hijo, o a la política de integración regional, entre otras. Para nosotros, para el Bloque Nuevo Encuentro, estos son logros incuestionables.
Somos autónomos, pero no somos neutrales ni equidistantes precisamente porque valoramos estas cosas. Siempre rechazamos las políticas de manipulación del Indec, o la vergüenza de Jaime y sus aviones. Rechazamos con dureza la llamada reforma política, creemos que hay que regular con menos discrecionalidad el uso de los DNU y nos parece que este gobierno no enfrenta con decisión el tema de la corrupción estructural de nuestro país.
Nada de eso nos hace perder de vista que hay conquistas muy importantes que se han logrado en estos años y que es necesario defender, porque otros quieren eliminarlas.
En nuestro trabajo parlamentario asumimos la iniciativa para incorporar a la agenda parlamentaria temas prioritarios en la Argentina de hoy: la necesidad de establecer por ley el derecho a la asignación universal por hijo; la discusión de la Ley de Entidades Financieras para remplazar el modelo que impuso la dictadura por uno vinculado a la producción y a las necesidades de los ciudadanos; pensamos en la obtención real y legal de la libertad sindical, en la ampliación de los derechos civiles, proponemos una batería de proyectos vinculados a la ética pública y la lucha contra la corrupción, buscando sancionar las leyes de acceso a la información, el fideicomiso ciego y la conformación de la demorada Comisión Nacional de Ética Pública, e impulsamos la discusión sobre la legalización del aborto como gravísimo problema de salud pública en la Argentina, por el que mueren decenas de mujeres, la mayoría de ellas adolescentes y pobres.
Hablamos de profundizar las políticas de redistribución de la riqueza, y para nosotros redistribuir significa volver a discutir dónde se recauda el dinero y dónde se gasta, para que el saldo final sea de verdad más justo y equitativo que el actual. Desde este lugar explicamos la necesidad de realizar una reforma tributaria y de eliminar las exenciones al impuesto a las ganancias para gravar, entre otros hechos imponibles, la renta financiera.
Desde este lugar también pensamos la rediscusión de la renta petrolera y de la renta minera. Y desde este lugar proponemos una discusión acerca de la seguridad de los ciudadanos en un Estado democrático, con herramientas democráticas y capacidad de contar con fuerzas de seguridad, también democráticas y eficaces.
Los desafíos de la centroizquierda, tanto en la construcción política como en el debate parlamentario, son importantes, necesarios e ineludibles.
Sólo si consolidamos una fuerza con vocación de mayorías y de gobierno, autónoma, participativa, plural y moderna, tendremos la herramienta necesaria para transformar el país en un sentido de igualdad y dignidad. Y cada día, en nuestra lucha parlamentaria, no tenemos que perder de vista qué conquistas hay que defender, qué camino resta aún recorrer y quiénes son los que quieren retroceder para garantizar, otra vez, un país sesgado, desigual, y para pocos.
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